dimecres, de març 30, 2005
Más sobre los ninyos espanyoles en la Unión Soviética
Vale la pena recuperar la memoria histórica sobre los ninyos espanyoles en la Unión Soviética
¿Cómo se atreve Tecglen a "agradecer a Stalin" por esto?
El Campesino, Jesús Hernández, José Díaz: los propios estalinistas que se la creyeron pero despertaron fueron víctimas de Stalin. Los estalinistas favorecidos por el dictador como Ibarruri sí que sabían lo que ocurría, sí que continuaron defendiendo al régimen estalinista, sí se sumaron a los asesinatos de sus camaradas caídos en desgracia como los de tantos otros.
Alguien cómo Tecglen no puede decir que "no sabe" lo que hizo el estalinismo o que "le obligaron" a escribir lo que sigue escribiendo.
Lo repito: ¿cómo se atreve Tecglen a "agradecer a Stalin" por los ninyos refugiados en la Unión Soviética?
Lo repito también: qué sinvergüenza.
LA TUTORA. Dolores Ibarruri, con un grupo de jóvenes españoles. La Pasionaria era la encargada del PCE de velar por los niños y refugiados acogidos en Rusia
EL ORFANATO. La fotografía, sin fecha, muestra el dormitorio de las niñas en un hogar de acogida de niños españoles en Moscú
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La historia de los niños españoles en la URSS constituye un drama sombrío, pero posiblemente uno de sus aspectos más escalofriantes fue el de la colaboración y el silencio de los jerarcas del PCE en aquel proceso de abandono, primero, y exterminio, después. Acomodados en condiciones privilegiadas que no deseaban perder, las excepciones a aquella norma de vergonzante silencio fueron tan escasas que pueden mencionarse casi al completo. En primer lugar estuvo Valentín González "el Campesino", que no pudo soportar el choque con la realidad que significó su conocimiento directo de la URSS. Horrorizado por el trato que recibían los españoles, no dudó en manifestar sus opiniones. Lo pagó siendo condenado al "gulag". Sus captores pensaban en deshacerse de él pero logró evadirse. Para los reclusos soviéticos que lo conocieron se convirtió en un auténtico mito de valentía. Solzenitsin llegó a conocer a una tal Zhora, que, en el campo de concentración, iba escribiendo una novela (nunca llegó a publicarse) sobre el Campesino. A su regreso a Occidente, el PCE hizo todo lo posible por silenciarlo.
El caso de Jesús Hernández fue aún más escandaloso. Horrorizado por lo que denominó el país de la gran mentira, en 1943 lo abandonó --perdiendo a su madre y a su hermana en él-- y se atrevió a contar la realidad. Por lo que se refiere al secretario general del PCE, José Díaz, ya había sido enviado a la URSS antes de acabar la Guerra Civil. Progresivamente arrinconado por los soviéticos y por la Pasionaria, fue cayendo en una postración progresiva al comprobar que nadie atendía a sus quejas relacionadas con la situación de los españoles en la URSS. El 19 de marzo de 1942 cayó del cuarto piso en el que vivía, y murió en el acto. Se habló de suicidio --lo que encaja con su depresión ante la suerte de los compatriotas--, pero también de asesinato, por deseo de librarse de tan molesto testigo.
Demasiado para el PCE
Hernández y el Campesino fueron acusados de embusteros, de agentes del imperialismo, de traidores. De hecho, incluso los que continuaban su lucha contra el gobierno español de la época y podían jactarse de un impecable pasado antifascista levantaron su voz. En abril de 1948, José Ester (deportado de Mauthausen, número 64553) y José Doménech (deportado de Neuengamme número 40202) convocaron una conferencia de prensa en París en nombre de la Federación Española de Deportados e Internados Políticos. Su finalidad era denunciar la presencia de 59 presos políticos españoles en el campo 99 de Karaganda, en Kazajstán. Su denuncia venía justificada porque "habían conocido la dominación inquisitorial de la Gestapo y de las SS" y para ellos tenían un sentido "las palabras libertad y derecho de gentes".La realidad resultaba terrible para el PCE como para que éste aceptara desvelarla o, ya conocida, asumirla. Las condiciones en la URSS eran tan duras que no fueron pocos los que solicitaron abandonar el país con la intención incluso de regresar a una España gobernada por Franco. Por regla general, la respuesta de las autoridades fue radicalmente negativa. De los dramas que semejante actitud provocó es un claro paradigma la historia de Florentino Meana Carrillo y su hermano. Desesperado por salir de la URSS --a la que denominó "inmenso campo de concentración y de hambre"-- Florentino se bebió un vaso de ácido sulfúrico. Su hermano decidió vengarlo. Sabedor de que la Pasionaria era la única persona autorizada por las autoridades comunistas para conceder o denegar los permisos de salida de los españoles, el joven se dirigió armado con un cuchillo al hotel Lux. Su intención era matar a la dirigente comunista. Para fortuna de la Pasionaria, aquel día estaba ausente y José Antonio Uribes, el suplente del buró político, se convirtió en su nuevo objetivo. No le costó mucho contener al muchacho a la espera de que lo redujeran. Después se lo tragarían las fauces del sistema represor soviético.
(ver aquí)
¿Cómo se atreve Tecglen a "agradecer a Stalin" por esto?
El Campesino, Jesús Hernández, José Díaz: los propios estalinistas que se la creyeron pero despertaron fueron víctimas de Stalin. Los estalinistas favorecidos por el dictador como Ibarruri sí que sabían lo que ocurría, sí que continuaron defendiendo al régimen estalinista, sí se sumaron a los asesinatos de sus camaradas caídos en desgracia como los de tantos otros.
Alguien cómo Tecglen no puede decir que "no sabe" lo que hizo el estalinismo o que "le obligaron" a escribir lo que sigue escribiendo.
Lo repito: ¿cómo se atreve Tecglen a "agradecer a Stalin" por los ninyos refugiados en la Unión Soviética?
Lo repito también: qué sinvergüenza.
LA TUTORA. Dolores Ibarruri, con un grupo de jóvenes españoles. La Pasionaria era la encargada del PCE de velar por los niños y refugiados acogidos en Rusia
EL ORFANATO. La fotografía, sin fecha, muestra el dormitorio de las niñas en un hogar de acogida de niños españoles en Moscú
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