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dilluns, de maig 03, 2004

Foros de La Vanguardia 

Es claro que a los redactores de La Vanguardia que han visitado esta página no les gusta el tono que uso en este blog. Vamos por partes:

1. La Vanguardia tiene algunas normas sobre el uso de sus foros que no ha hecho cumplir:

"El usuario se compromete a hacer un uso adecuado de los contenidos y servicios (como por ejemplo los de chat, foros de opinión o páginas abiertas al lector) que La Vanguardia Digital ofrece en su sede web y a no emplearlos para incurrir en actividades ilícitas o contrarias a la buena fe y al ordenamiento legal; difundir contenidos o propaganda de carácter racista, xenófobo, pornográfico-ilegal, de apología del terrorismo o atentatorio contra los derechos humanos;....".

2. La Vanguardia ha dejado pasar estas normas en más de una ocasión con un especial sesgo, prolongación de su sesgo informativo, en favor de los contenidos de caracter judeófobo y de apología del terrorismo. Es lógico que sus lectores-foristas, inculcados por sus periodistas, tengan este tipo de pensamiento. Es lógico incluso que censuren los contenidos adversos a esta forma de pensar. Eso sería coherente. Entonces lo que no es coherente es que digan que en sus páginas no se difundirá contenidos o propaganda de carácter racista, xenófobo, pornográfico-ilegal, de apología del terrorismo o atentatorio contra los derechos humanos.

3. Hay un pensamiento totalitario que se ha desarrollado en el último año, el del 95%: "95% pensamos de esta manera, somos la mayoría y descalificamos a los que no piensan así". Recordamos al "defensor del lector" de LV atacando a los lectores que le enviaron cartas quejándose por el sesgo informativo del este medio. (Yo personalmente me daría por satisfecho que el 95% de personas pensara como yo, pero para algunos no es suficiente. Tienen que forzar al restante 5% a que piensen como ellos, y si se resisten, tienen que descalificarlos.)

4. Puej, naá. No parece que las críticas den algún cambio. Prefiero decir algunas cosas a través de este blog. Afortunadamente, la Internet permite fiscalizar a los fiscalizadores.

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