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dimarts, d’abril 13, 2004

Vietnam e Iraq: el frente interno es el más importante 

1. Con un “movimiento pacifista”, los nazis habrían conmovido a la ciudadanía de los países aliados con fotos de los niños alemanes muertos por los bombardeos americanos e ingleses y de los propios soldados americanos muertos. La esencia de la democracia es la libertad de ideas, lo que en situación militar la expone a que los enemigos de la democracia la debiliten. Hoy en día lo saben muy bien y parte fundamental de su estrategia militar es atacar a travez del frente interno.

2. Un experto en esta táctica fue el general vietnamita Nguyen Giap, que entendió que su mejor aliado era el “movimiento pacifista” de EEUU. Fue éste el que logró la retirada de tropas y el triunfo a los comunistas después de sus repetidos fracasos, como la brutal ofensiva del Tet de 1968, un falso éxito comunista. La realidad es que el Viet Cong y el ejército norvietnamita sufrieron su más dura derrota y deserciones en masa. EEUU ganó la guerra en Vietnam, pero la perdió en casa. (Ver Vietnam War Myths)

3. Con el tiempo con mucho menos se torció a la opinión pública y se forzó a retiradas más estrepitosas aún: Libano, Somalia y Ruanda. La lección es que el bando democrático tiene que ser persistente y firme en su apoyo a sus aliados. Cualquier vacilación sólo alentará a más brutalidad y a más acciones terroristas. Los iraquíes quieren sin lugar a dudas una transición a la democracia y se les debe seguir apoyando. Iraq no será un nuevo Vietnam, una dictadura, si no se abandona a los iraquíes.

4. El niñato Sadir, envuelto en el asesinato de un sacerdote chiita de mucho más autoridad, y su grupo armado apoyado por Irán y Siria son una minoría violenta. No tiene la autoridad que tenía su padre, quien luchó contra Sadam, ni la autoridad que tiene Al Sistani, quien condenó su “mini-ofensiva del Tet”. Ni él, ni los residuos de Sadam tienen cabida en el nuevo Iraq. La coalición sigue teniendo apoyo entre los iraquíes y si algo se ve es que saldrá fortalecida.

5. Y por cierto, después de la retirada americana de Indochina los conmovidos “pacifistas” dejaron de interesarse por esta región. Los siete millones de muertos entre Camboya, Laos y Vietnam fueron cubiertos por la prensa con un estruendoso silencio. A los falsos pacifistas no sólo no les importó el genocidio de Pol Pot, imposible bajo la presencia americana, sino que lo negaron encabezados por Chomsky. Una vez que éste fuera destapado tras la invasión vietnamita, negaron a los balseros vietnamitas, testimonio de la brutalidad comunista en Vietnam, como hoy niegan a los balseros cubanos. Muy insensibles con los crímenes de las dictaduras.

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